¡Ya estamos de vuelta en La Cadena Viajera!
Esta vez para contaros nuestro viaje a Tenerife en Carnavales.
Dia 1- Vuelo Barcelona – Tenerife Sur
Dia 2- Turisteo y primera noche de Carnaval
Dia 3- Segunda noche de Carnaval
Dia 5- Vuelo Tenerife Sur – Madrid
Día 1. Vuelo Barcelona- Tenerife Sur
En principio, el motivo del viaje era únicamente vivir los famosos carnavales de Santa Cruz de Tenerife, pero ya que íbamos hasta allí dijimos, “¿por qué no hacer turismo antes de adentrarnos en la locura que invade las calles de la capital?”. Así que un par de horas antes de embarcar pensamos que estaría bien alquilar un coche aunque fuese para visitar algo de la isla al día siguiente, y de camino al Prat decidimos reservar un coche “económico” en cicar por 38€/día (es lo más barato que encontramos en ese momento, pero fue a ultimísima hora, cogiéndolo con tiempo costaría menos). No conocíamos esta compañía de coches y nos sorprendió. Fueron muy atentos en todo momento, no tardaron nada en darnos el coche al llegar y lo más sorprendente, no tuvimos que dejar ningún depósito.
Aterrizamos a las 23:55h, cogimos el Fiat 500 rojo nuevito que nos estaba esperando y pusimos rumbo a Santa Cruz de Tenerife al ritmo de LatinaFm, para ir animando el ambiente. Ahora sí que sí, COMENZABA NUESTRO VIAJE.
Habíamos reservado un apartamento en Airbnb en La Rambla de Pulido, en pleno centro de la ciudad y sin duda muy buena elección porque además de estar cerca de todo andando, era bastante grande y lo mejor fue el precio (26€/noche!!!).
Era jueves y la noche “grande” de carnaval no empezaba hasta el viernes, así que al llegar al apartamento deshicimos las maletas y a dormir!! Que al día siguiente queríamos aprovechar bien el día e íbamos a estar muuuuchas horas despiertas. All day… all night…!
Día 2. TURISTEO. Norte de la isla (Playa Benijo)- La Laguna- Valle de la Orotaba- Puerto de la Cruz- (Teide)
Madrugamos un poco y pusimos rumbo al norte de la isla. Eso sí, no sin antes cogernos un buen café y unos saladitos en una panadería que había muy cerca del apartamento que se llamaba “Rincón del Pan”. Como estaba todo tan bueno nos informamos de los horarios para la próxima “recena”, gran idea, ¡abría a las 6am y también vendían pizzas y bocadillos!
Nos dirigíamos a la playa de Benijo, la favorita de Lara y por lo tanto la primera parada del viaje. Por el camino paramos a observar las magníficas vistas que había desde la carretera, con las montañas y el mar de fondo al mismo tiempo, y cómo no, aprovechamos para sacar unas fotos (cuando decimos “unas” decimos mil, porque el viento no es algo que favorezca a nadie, y aunque estemos acostumbradas a nuestro querido cierzo de Zaragoza, seguimos teniendo que lidiar con nuestro pelo en las fotos).
Después de pasar por unos cuantos pueblecitos perdidos entre las montañas, al fin llegamos a nuestro primer destino.
Benijo es la playa más aislada de la localidad de Taganana. Si te gusta la naturaleza en estado puro, no puedes perdértela. Es una playa salvaje de arena negra que tiene un encanto especial. No es la típica playa con tumbonas, sombrillas, etc. Suele haber pocos turistas, por no decir que no había nadie. El acceso es a través de un sendero que empieza junto a la carretera y a un restaurante que se llama El Mirador. Hay que bajar unas cuantas escaleras hasta la playa, pero merece la pena, es un lugar mágico.
Nosotras paramos únicamente a observarla ya que no hacía tiempo de darse un baño y la marea estaba bastante agitada, pero mereció la pena llegar hasta allí para ver ese paisaje.
La siguiente parada era La Laguna, al noreste de la isla. Es la segunda ciudad más poblada de Tenerife. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999 por ser ejemplo único de ciudad colonial no amurallada. La conformación de la ciudad, sus calles, sus colores, y su ambiente son elementos que comparte con ciudades coloniales como Cartagena de Indias en Colombia o La Habana Vieja en Cuba 😉
También ha sido frecuentemente llamada la Florencia de Canarias por la gran cantidad de iglesias y conventos que posee, además de su casco antiguo y sus edificios históricos.
Y después de toda esta información sobre La Laguna diréis, “¿y el almuerzo?”. Bueno, pues aquí va una recomendación. El Bodegón Tocuyo, un lugar auténtico con decoración rústica en el que te sientes como en casa y sobre todo, en el que se come muy pero que muy bien. Como llevábamos idea de comer en otro sitio que os contaremos más adelante, aquí sólo pedimos unas tapas para abrir el apetito, pero en general todo lo que había tenía muy buena pinta y el trato fue buenísimo.
El camarero nos recomendó unas tostadas de almogrote (primera vez que escuchábamos ese nombre), así que quisimos probarlas. El almogrote es un mojo con textura de paté, elaborado a base de queso muy curado típico de La Gomera mezclado con pimienta roja que le da ese toque ligeramente picante pero muy sabroso. Nos daba un poco de miedo pedirlo porque no nos suele gustar la comida picante pero esta tapa nos encantó! (¡y casi no se nota el picante!)
De ahí fuimos a comer al valle de La Orotava, (si Marina se quedó con hambre y sino luego hay que aguantarla). Fuimos al Guachinche El Cubano. Y os preguntareis, ¿qué es un Guachinche? Es un establecimiento propio de la isla que ofrece comida casera tradicional como acompañamiento al vino de cosecha propia o de la zona. Tienen su origen en los tenderetes que montaban muchos agricultores y ganaderos en determinadas fechas del año para vender sus productos (especialmente vino de malvasía). Estos guachinches surgen al lado de una importante actividad vitivinícola de la isla de Tenerife, especialmente en los municipios del norte.
El camino no fue demasiado fácil, hay que meterse por unos caminos de tierra que parecen no llevar a nada, pero al final ¡ahí está! Elegimos ir a Guachinche El Cubano por las increíbles vistas que había desde allí al valle y al Teide. Pero la comida no se quedó atrás. Pedimos para compartir quesillo a la plancha con mojo, papas con huevo y chorizo, y ropa vieja. Eran raciones grandes y estaba todo riquísimo.
Llovía un poco cuando llegamos, así que comimos en la zona interior del Guachinche. Pero en cuanto empezó a salir el sol nos fuimos directas a la terraza a tomar un barquito (leche condensada con café, y no al revés) y a disfrutar de las vistas. La comida nos salió a 14€ las dos, con bebida y cafés. Los guachinches son característicos por la comida casera, el buen trato y el bajo precio.
Además aprovechamos el precioso paisaje para hacernos mil y una fotografías (de nuevo).
Después de esta parada gastronómica pusimos rumbo a Puerto de la Cruz. Hacía sol y había mucha gente por la calle. Se respiraba otro ambiente, ambiente festivo, más turistas, diría que la mayoría extranjeros (poco vistos hasta el momento).
Fuimos dando un paseo por la calle San Felipe hasta la Playa del Muelle donde está el monumento a la mujer pescadora. Luego continuamos por la calle de Santo Domingo pasando por el Ayuntamiento hasta la Punta del Viento.
Siguiendo por la misma calle se encuentra el Complejo de ocio Costa Martiánez, uno de los más admirados ejemplos de tranformación de un litoral. Entre sus instalaciones destacan los lagos artificiales de agua marina junto a bares, restaurantes y un casino por debajo del nivel del mar.
Y para acabar la ruta llegamos a la Playa de San Telmo, playa donde acuden los más atrevidos a surfear las olas.
Eran las 18:00h y no queríamos irnos sin ver el Teide, así que cogimos otra vez el coche y nos dirigimos hacia allí. Queríamos ver atardecer desde el valle del volcán pero no calculamos bien los tiempos e iba oscureciendo conforme subíamos. Las nubes estaban muy bajas y no se veía mucho por la carretera así que paramos en una pequeña tienda por el camino para comprar unas Doradas (cerveza típica de Tenerife) y acabar de ver el atardecer desde la carretera del Teide con vistas al Puerto de la Cruz iluminado. ¡La próxima vez será! ¡Ya tenemos excusa para volver!
Teníamos que devolver el coche de alquiler y prepararnos para nuestra primera noche carnavalera, así que volvimos a coger nuestro pequeño Fiat500 y partimos hacia Santa Cruz de Tenerife.
Primera noche de Carnaval
Traíamos en la maleta alguna que otra cosa para disfrazarnos, pero como nuestra especialidad es improvisar, lo hicimos. Se suponía que íbamos a ir de “galácticas” o algo parecido, pero conforme nos íbamos poniendo capas iba desviándose cada vez más el objetivo hasta obtener el resultado final. NEUTREX DEL FUTURO. (Véase la comparativa en la siguiente foto). ¡Al loro, que no estamos tan mal! Sólo nos faltaba el detergente (no nos daba para improvisar tanto a última hora).
Después de echarnos el kilo y medio de maquillaje y purpurina por la cara y el cuerpo entero ya estábamos preparadas para vivir el carnaval al 200%. Así que salimos a la calle, con la incertidumbre de lo que nos íbamos a encontrar, y también, no os vamos a mentir, con un poquito de vergüenza, que nos duró ni medio segundo (salimos coreando “total no nos conoce nadie”) ¡¡TODOS IBAN DISFRAZADOS!! Niños, no tan niños, jóvenes, adultos y mayores. Sin excepción. Era lo que habíamos imaginado, pero verlo tan de cerca sorprende todavía más.
Estuvimos toda la noche de fiesta en la Plaza Weyler y sus alrededores, a cinco minutos andando de nuestro apartamento. La plaza estaba abarrotada de gente disfrazada bailando. Los bares sacaban sus barras a la calle para que la gente disfrutase al aire libre. El ambiente era increíble, hablabas con todo el mundo, te sacabas fotos con disfraces de lo más preparados y extravagantes, te encontrabas con gente de aquí y allá y todos te decían lo mismo…¡los carnavales de Santa Cruz de Tenerife son los mejores del mundo! Y llevaban razón.
Acabamos la noche recenando unos perritos calientes en SNUUPY bar cafetería, un sitio de comida rápida bastante rica y barata. También es muy conocido por sus hamburguesas y sus salchichas de ½ metro.
Día 3. Segunda noche de Carnaval
Después de la larga noche anterior, remoloneamos hasta la hora de comer. Nos hicimos la típica comida post-fiesta, y sí, estoy hablando de los macarrones con tomate de toda la vida. Y una vez duchadas y otra vez con vida y energía para lo que nos esperaba, fuimos a dar una vuelta por las calles del centro de Santa Cruz.
Bajando por la Rambla de Pulido hacia la Plaza España nos paramos en el Triunfo de la Candelaria donde había un escenario en el que estaba cantando una de las murgas canarias.
Son un grupo de personas numeroso que cantan con letras en las que se hace crítica generalmente a la política, pero también a los problemas de la sociedad en general, frecuentemente con humor e ironía. Las composiciones se hacen sobre la base de canciones populares a las que se les cambia la letra con los pitos murgueros que portan cada uno de los integrantes. Son uno de los elementos más populares de los carnavales y se hacen concursos en donde premian a las murgas más destacadas en vestuario, letras e interpretación.
A las 21:00h empezaba el Concurso de Comparsas “Ritmo y Armonía”, así que, como si vinieran Los Reyes Magos, cogimos sitio en primera fila y esperamos a que empezase.
Las comparsas son grupos de baile que organizan una presentación de música, baile y color que da vida a los animados desfiles de carnaval. Cada año se premia a las comparsas mejor preparadas. Están compuestas por tres partes: «la batucada» que es la que aporta la percusión y sonido, «la parranda» que aporta sus letras y «el cuerpo de baile» que desarrolla coreografías. Sus espectaculares diseños dan el color que necesita un carnaval para brillar.
Nos dejó sin palabras. Las comparsas iban acompañadas por las carrozas y reinas del carnaval, todas preciosas. Lo habíamos visto muchos años en la televisión pero nunca habíamos imaginado que fuese tan espectacular.
Al acabar el concurso fuimos a coger algo de cenar a los puestos ambulantes que había en Plaza España. Cenamos patata asada rellena (rememorando los Pilares de Zaragoza) y volvimos a casa para ponernos nuestro segundo disfraz.
¡Este sí que sí! ¡Nos disfrazamos de bailarinas. Nos pusimos nuestros maillots rosas, unos tutús también rosas, nos hicimos dos moñetes bien altos y nos pusimos otra vez el kilo y medio de purpurina! (@lavecinarubia estaría muy orgullosa de nosotras porque hemos vivido 5 días entre brilli brilli).
Y una vez más salimos en busca de la música a la Plaza Weyler. El ambiente era igual de increíble que el día anterior. ¡La gente vive los carnavales con muchísimo entusiasmo y nosotras no íbamos a ser menos! Esta vez acabamos recenando pizza en Eskina Weyler (en la misma plaza).
Día 4. Carnaval de día.
Hoy se celebraba el Carnaval de día. Era el más esperado, sobre todo por los más peques y por los que querían lucir sus disfraces por fin a la luz del día. Aunque tenemos que admitir que nosotras también teníamos muchas ganas de que llegase, sea cual fuere nuestro nuevo disfraz de última hora.
Después de comer en el apartamento nos volvimos a poner manos a la obra. Nos nos habíamos llevado más disfraces así que bajamos a la Rambla y entramos en la primera tienda de disfraces que vimos. Como detalle diré que hay una cada 20 metros, si no cada menos. Nunca habíamos visto tantas tiendas de disfraces en una misma calle, y además a precios mucho más bajos de lo que nos costó a nosotras en Zaragoza. Así que si no tenéis disfraz al llegar no os preocupéis, encontraréis miles.
Nosotras esta vez compramos un spay rosa, unas cartulinas de purpurina y un mono blanco. Y como de costumbre, hicimos un mix de disfraces. Fue un intento de unicornio que acabó en una especie de Ágatha Ruiz de la Prada (o eso se pensó la gente).
Fuimos callejeando y parándonos en cada plaza donde sonaba la música. Lo que más nos gustó fue ver la cantidad de familias y gente que iba disfrazada en grupo. Los había de todas las edades, desde la familia con niños en el cochecito de la Patrulla Canina, hasta los grupos de jubilados que animaban las calles metidos en un castillo con ruedas y altavoces incluidos. Todos iban muy originales y con disfraces muy elaborados. Al final del día coincidimos en que nos deberíamos haber disfrazado de paparazzis, pues íbamos pidiéndoles fotografías a todos. Quizá lo reservamos para el año que viene.
Entre los disfraces también nos llamó la atención la cantidad de hombres que se visten de mujer durante los carnavales. Lo raro es verlos sin peluca y maquillaje.
Después de callejear un rato y pararnos en todas las plazas en las que sonaba la música llegamos a Plaza España, donde había miles de personas bailando al ritmo del Dj que tocaba en ese momento. Por la expresión de la gente supusimos que era un Dj de moda. Y fue en ese mismo momento cuando nos dimos cuenta de que probablemente subíamos unos cuantos años la media de la edad del público que teníamos alrededor. Supongo que muchos conoceréis la sensación de escuchar en algún bar canciones que no os suenan de nada y sin embargo los que parecen más jóvenes se las saben mejor que tú la del «Velero» en tu época. Pues, más o menos, nos pasó eso.
Así que una vez acabó esa fiesta, decidimos buscar otra.
Día 5. Vuelo Tenerife Sur- Madrid
Y como todo lo bueno, se acaba.
Tocaba marcharse. Pero no sin antes pasar por Plaza España y hacernos una foto con las letras de Santa Cruz de Tenerife de recuerdo.
Nuestro vuelo salía del Aeropuerto Tenerife Sur. Para ir hasta allí hay que coger el autobús 111 desde el Intercambiador de Santa Cruz dirección aeropuerto. Pasa cada 30 minutos y tarda aproximadamente 1:10h en llegar. El precio es de 7’50€/persona.
Como recomendación, ¡id con tiempo suficiente al aeropuerto!. No sería la primera vez que se hacen filas interminables en los controles de seguridad y aparecen los nervios.
Y con esto nos despedimos y volvemos de nuevo a la realidad, pero no por mucho tiempo. MENUDA CRUZ DE VIAJE 🙂
¡Hasta pronto Tenerife!
Muy útil, se ve que os lo pasasteis en grande.
Muchas gracias Lara!
Qué chuli!! estoy pasando una tarde super entretenida!
Autor
Muchisimas gracias Sara!! 🙂
Nos encantan que nos digan estos tipos de comentarios.